miércoles, 18 de agosto de 2010
La verdad de la Milanesa…o de la Comida en Francia. Parte 1
La penúltima semana de julio tuve el almuerzo más intercultural de toda mi vida. Estando de vacaciones por Divonne, a pocos minutos de la frontera con Suiza, este ciudadano de segunda categoría estaba almorzando comida hindú con su esposa y su cuñado (ambos franceses), junto a un amigo de Nigeria y 4 amigos de la India. Estos últimos nos invitaron un banquete muy heterogéneo, abundante en condimentos y especias que otorgaban un sabor espléndido y particular a cada platillo. Era la primera vez que comía con las manos (sin contar unos tallarines en bolsa que comí sobre el río Ucayali y todos los pollos a la brasa que descuarticé en Perú) y la verdad, fue un verdadero placer sentir la comida a través de los dedos. Pero en Francia no se come así, aquí todo se come con tenedor y cuchillo. Si peruano, aquí el cuchillo no es parte de la decoración de la mesa, tienes que usarlo porque sino los franceses te van a mirar como si no supieses usarlo.
La comida es súper importante para los franceses, y más si se trata de comida biológica o BIO, en cuya elaboración no se emplean pesticidas, herbicidas ni hormonas. Esta es la comida que está de moda, tanto así que desde hace algún tiempo ya se vende en las principales cadenas de súper mercados como Carrefour, Leclerc y Leader Price. “La mejor comida del mundo se hace en Francia, la mejor comida de Francia se hace en Paris”. Así empieza el film Ratatouille, y después dicen que nosotros los peruanos tenemos una relación enfermiza con la comida. Pero no se trata solamente de la comida, sino también de la disposición de las cosas y los objetos intuidos de forma sensible en el tiempo y el espacio (¡pucha esto ya me suena a la estética trascendental de Kant!) por los franceses. Osea, que cada cosa tiene su momento y su lugar.
Las primeras veces que me invitaron a comer en la casa de algún amigo o la familia de mi esposa, me parecía un poco extraño el orden en que servían la comida. Los franceses empiezan sirviéndote un apéritif o aperitivo, es decir, una copita de algún licor o cóctel que aquí los hay muy buenos como el Cointreau, Grand Marnier, Pastis, Kir Royal, Kir Breton, licores de almendra o nuez, etc. Todos acompañados de algún canapé y los infaltables “chips” o bocaditos en bolsa tipo papitas, maní, dulces o galletas. Después de empilarse con el apéro viene el plato de fondo, sobretodo alguna exquisitez con carne de cerdo, res, ave o alguna especie marina. Y la mayoría de las veces, se trata de comida cocinada a la cacerola, al horno o gratinada. También se sirven frituras, pero estas se preparan en menor cantidad. En cuanto a la cantidad, generalmente te van a servir de manera decente, osea poco, ya que acá la gente como mucho menos que en Perulandia, donde todos sabemos que te sirven de manera contundente y letal.
En lo concerniente a la bebida, aquí no beben chicha morada, frugos, agua de cebada, agua de piña, agua de apio, agua de manzanilla, refrescos radioactivos tipo royal, ni bebidas gaseosas. ¿Qué diablos toman los franceses entonces? Mayormente con frecuencia toman una bebida extraña que no tiene gas, que no tiene sabor ni colorantes certificados ni mucho menos preservantes y que la suelen conocer con el nombre de AGUA, esta bebida que dicen que es buena para la salud, la consumen por garrafas. Por supuesto, el vino es obligatorio y siempre es bien recibido. Del vino francés se pueden escribir varias crónicas, por ahora solo puedo decir que en Francia el vino y la comida son el matrimonio perfecto. Aunque como dice Alejandro Dumas (hijo) “el matrimonio es una cadena tan pesada que para llevarla hace falta ser dos y, a menudo, tres”, y yo diría hasta cuatro o cinco, dependiendo del caso, me refiero al queso, la ensalada y el postre.
De sabores fuertes y variadas texturas, el queso es otra de las perdiciones de los franceses, quienes lo consumen solo o con pan. Luego del queso viene la ensalada, esto es algo que a mi me chocó bastante, porque en Perú comemos la ensalada al principio de la comida. Pero aquí no es igual, la gente no come la ensalada al principio sino al final de la comida, y pobre de ti sino te la comes…¡No te van a servir el postre! Y lo vas a lamentar porque los postres en Francia son una ventana al paraíso. Cada región tiene su postre tradicional y hasta cuando no hay postre, se sirven cremas o yogures que son extraordinarios. Es habitual que también se sirvan chocolates y la verdad es que tienen una cantidad espeluznante de chocolates con formas y rellenos inimaginables.
Recuerdo un almuerzo en la casa de la madrina de mi mujer al que concurrí a los pocos días de mi llegada a Francia. Más o menos como a la mitad de la comida, tuve la insensata idea de pedir una copa de un licor que no pude probar durante el momento del aperitivo, creyendo ingenuamente que así felicitarían mis ganas de querer descubrir los alcoholes del país. Craso error, quedé como un angurriento o al menos eso es lo que adiviné en la cara de la dueña de casa y su pareja que me miraba como diciendo ¡Tercermundista tenías que ser! Con lo cual aprendí que si quieres quedar como un campeón, no se te vaya a ocurrir volver a pedir durante la comida lo que te ofrecieron en el apéro, y te vas a contentar con tu copita de vino nomás. Sino aprovechaste bien en zamparte todas las copas que pudiste en el momento del aperitivo, eso es problema tuyo.
Otra cena que nunca olvidaré fue justamente mi primera cena con personas francesas. En aquella ocasión, siendo yo el padrino de matrimonio de uno de mis mejores amigos, tuve la oportunidad de cenar con él en una conocida Trattoria de Miraflores junto a su esposa y su familia que había venido de Francia. Habíamos comido una barbaridad y todavía quedaba una buena cantidad de pizza. Cuando estuve a punto de pedirle al mozo que me envuelva todo para llevar, sentí la mano de mi amigo como una garra que me perforaba el brazo, al tiempo que me decía al oído ¡Ni se te ocurra carajo! Si quieres, pide otra cosa ¡Pero te la comes acá! Con el tiempo que llevo aquí, pude comprobar esta dura realidad: LOS FRANCESES NO LLEVAN LOS RESTOS DE LA COMIDA DEL RESTAURANT A SU CASA. Recuerda bien esto peruano, si alguna vez vienes de paseo por Francia y alguien te invita a comer a un restaurant, nunca pidas al mozo que te ponga los restos en una bolsa para llevar, ni mucho menos le pidas que te “aumente” con huesos de la cocina que eso es para tu perrito. Aquí, los perros son fichos y solo comen Ricocan, Pedigree y Dog Chow Bio, así que si lo haces no te van a creer y vas a quedar como un necio y un pezuñento.
El tema de la comida en Francia da para una segunda crónica. De tanto hablar de comer ya me dio hambre y me voy a cocinar algo peruano, porque cuando estás en el extranjero, la mejor comida peruana es la que tu mismo te puedes preparar. ¿Es que no hay restaurantes peruanos aquí en Francia? Hmmm…Si los hay, pero esa es otra historia.
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Eres tan, pero tan cholo... que para distinguir entre tu izquierda y derecha necesitas ponerte pan en un lado, y queso en el otro!! Jajajajaja... Qué buena tu experiencia tío. Te la das de rico en francia, claro, y cómo no hacerlo si tienes lo mejor de todas partes del mundo alimentando no solo tu barriga, sino también tu vida cultural. Salud mi estimado... a ver cuando regresas para ir a pastear vicuñas como solíamos hacerlo en el INC (ahora el nuevo ministerio de cultura!!)
ResponderEliminarCamaney
Para eso existen gentes como tú que saben ser dicharacheras, para que gentes más simples podamos asentir con la cabeza y sentirnos representadas en tus narraciones. Exáctamente así viví la gastronomía en Mónaco, sólo que fui prudente y recordé "a donde fueres hicieres lo que vieres" pero me jodió no poder pedir más chocolates para llevar por favor... aún sueño con ellos.
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